lunes, 14 de julio de 2014

Me matan Limón!

Perdí la cuenta. Debo llevar meses acá adentro. ¿Estaré loco? Es probable, pero no por eso estoy equivocado. Una cosa tengo bien en claro: acá voy a estar más seguro que en cualquier otro lado. Mi mayor miedo sólo es mi conciencia.

¿Debería haber contado los días? No, de ninguna manera, eso de andar tachando palitos aumentaría mi locura. Aparte… eso se los dejo a los presos, pero yo estoy libre. Porque estoy libre, ¿o no? Sí, ¡tengo razón! Yo elegí quedarme acá, nadie me obligó. Es más, si se me diera la gana podría abrir la puerta ahora mismo e irme. Levantarme, abrir la puerta y poner un pie en la vereda, ¿ves? Nada de otro mundo.

Si quisiera… pero no, no quiero. ¿Qué ponés esa cara? Acá estoy bien, perfecto diría yo. Y mirá, me quedan todavía algunos paquetes de fideos y varias latas con comida. Mejor que nunca. Y…

Se supone que en algún momento tiene que terminar esta guerra. Todo tiene un fin, ¿no es así? La gente no puede andar peleándose eternamente, en algún momento debe terminar. Aunque… la otra vez dije lo mismo y prendí la tele. ¡¿Para qué?!  ¡Explicame! Estaban con todo eso de tragedia por acá, tragedia por allá (es increíble cómo se ponen de moda las palabras)

Esto no va a mejorar, podría pero no va a hacerlo.

Aunque me enseñaron a ser optimista de chico, pero tampoco la idiotez. Mantener siempre la regla de no salirse de la realidad. Sin embargo, en esta situación, ¿puede existir una realidad? Los límites ya son tan difusos, podría haberme ya separado de mi cuerpo, verlo ahí tendido en el piso de mi departamento llenándose de pelusas… Ver cómo todos los buitres lo despedazan poco a poco y reírme a carcajadas.

Varias veces tuve un sueño. Imaginátelo: yo estaba en un campo militar temblando, haciendo malabares con un rifle para que no se me cayera entre las manos. Y en eso cae algo, nada muy claro, todo retumbaba, un chillido infernal, gritos y luego silencio.

Al principio creí que era una pesadilla, luego comprendí que era un sueño y – ¿por qué no? - una fantasía. Porque considero­ que sería menos sufrible ser bombardeado. Pará, no me matés, escuchá,  no me burlo de nadie. Pero esa sí que es una guerra tangible, y no esto. No esta guerra sin enemigos. Batalla de nunca acabar que no se ve en la calle, pero está. Todos saben que está, nadie puede esconderla.

Y los medios, malditos medios de comunicación. No abrás la boca, ni se te ocurra excusarlos. Sabés que son indefendibles. Ellos lo crearon todo. Yo no me como ese buzón, y tampoco deberías hacerlo vos. Y nosotros acá como unos idiotas siguiéndoles el juego. Viviendo con miedo por un puto rating (que vale aclarar, sigo sin entender bien qué significa)

Pero se terminó, sólo les daré de comer una última vez pero a mí ya no me joden nunca más. Adiós, les adjunto un título bien amarillista y popular –de esos que les encantan- para este suicidio:

Me matan Limón!


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